Internacionalmente reconocido, el vino de Uruguay es cultivado en una ubicación geográfica privilegiada y en tierras particularmente adecuadas para el cultivo de la vid, lo que hace de Uruguay un país vitivinícola por excelencia. Situado en la misma latitud que las mejores áreas cultivables de Argentina, Chile, Sudáfrica y Australia -entre 30° y 35° sur- es posible cultivar la vid en todo su territorio.
La historia de la industria vitivinícola y la uva se remonta a mediados del siglo XVII, aún antes de la independencia nacional, cuando Uruguay era conocido como la Banda Oriental. Las primeras cepas fueron traídas desde España y se plantaron en el sudoeste del país. Estas primeras plantas, probablemente Moscatel, crecían sobre enrejados, produciendo uvas para consumo de mesa y de vino en familia. Esta fue también la situación durante la mayor parte del siglo XVIII.
La temprana era pre-industrial fue seguida por una etapa de transición en la que se incrementó el número de los viñedos, aún sin alcanzar un nivel comercial significativo. Este incremento se debió, en gran medida, a las condiciones favorables que otorgaba un estado recientemente independizado en 1825, llevando a la consolidación de una tradición nacida dos siglos atrás.
No fue hasta 1870 que el cultivo comenzó a ser visto como una empresa comercial viable, por Don Pascual Harriague, un inmigrante vasco con inquietudes empresariales. Con plantas Tannat de origen francés, Harriague inició su cultivo en 200 hectáreas al norte del país. Esta variedad, el Tannat, tomó luego el nombre de Harriague, en honor del pionero de la industria vitivinícola uruguaya.
Casi al mismo tiempo, Francisco Vidiella comenzó a plantar otras variedades de origen europeo al sur del país. La francesa Folle Noire, conocida inicialmente como uva Peñarol y luego llamada Vidiella, fue elegida para su cultivo en Colón, un pequeño pueblo que es hoy parte de Montevideo. La primera cosecha fue en 1883, en un viñedo de 36 hectáreas.
Hacia 1880 una tercera cepa se suma a la escena vitivinícola uruguaya. La francesa Gamay Noire fue cultivada en la zona montevideana de Carrasco y se le llamó borgoña; luego también cultivada en el área de Colón. La variedad Cabernet comenzó a cultivarse también en esta etapa.
En aquellas épocas se cultivaban además otras variedades: las españolas Bobal, Garnacha y Monastrel; las italianas Barbera, Nebbiolo, Isabella o "frutilla"; y otras variedades francesas, españolas y americanas cultivadas en la zona de Maldonado, en el sudeste del país.
El 17 de julio de 1903 la primera Ley Vitivinícola fue aprobada en Uruguay. Apoyada en un marco legal adaptado de forma realista a la situación empresarial, la industria vitivinícola inició una visible etapa de consolidación. En esta época, el gobierno uruguayo decidió entregar premios a los mayores productores nacionales de vinos. Fueron Vidiella y Harriague quienes ganaron el primer premio del estado en 1884.
El control de calidad y la iniciación del registro de datos y censo de producción en 1904, la posterior enseñanza de la vitivinicultura en la Facultad de Agronomía de la Universidad de la República y en la Escuela de Vitivinicultura, junto con el crecimiento de las empresas nacionales durante la primera mitad del Siglo XX, marcan la consolidación de la actividad vitivinícola como una empresa viable y redituable. Esto explica el fenómeno que se produjo en los años 50: un récord histórico de 19,000 hectáreas fueron cultivadas.
El Tannat es el vino varietal que inició la producción vitivinícola del Uruguay a escala comercial. En 1870, Don Pascual Harriague, buscando una cepa que se adaptara al suelo y clima locales, introdujo al país numerosas variedades de uva. Una de estas, la variedad Tannat originaria del sur de Francia, probó ser extremadamente exitosa y llevó a la producción de un vino sumamente atractivo para los consumidores de la época.
Algún tiempo después, Harriague obtuvo el premio al mejor vino producido en el país, específicamente, por su vino Tannat. Por este motivo, desde 1877, el Tannat se conoce como el "Vino Uruguayo". Desde sus comienzos, entonces, el vino Tannat ha presentado las cualidades técnicas de color y estructura que le dan su valor enológico. Los Tannat son vinos tánicos, de taninos suaves y tiernos, y un atractivo color.
Uruguay es el único productor en el mundo donde existen viñedos significativos en cantidades aun mayores que en su tierra nativa: Madiran e Irouléguy, sudoeste de Francia. En Uruguay, la superficie plantada de esta variedad, representa un tercio de los viñedos. El vino Tannat presenta dos principios enológicos básicos: calidad y características locales. Esto ha conducido al creciente reconocimiento de Uruguay como país productor de vinos de calidad. La "identidad" obtenida con el vino Tannat, abrió los mercados internacionales a otras variedades de vinos uruguayos.
El vino Tannat se expresa perfectamente solo a sí mismo, pero presenta también combinaciones de características particulares, en cortes con otras variedades. Esto da como resultado una gran diversidad; Tannat-Cabernet Sauvignon, Tannat-Merlot, Tannat-Cabernet Franc. También se ha comenzado a elaborar vino Tannat en barricas de Roble. Todo esto significa que solo o en combinación con otras variedades, el Tannat se expresa magníficamente.